Editando el blog

domingo, 23 de mayo de 2010

No te dejes llevar por la primera impresión (2ª parte)

(Continuación de la primera parte)

Cuando al fin llegamos al comedor mire al mi alrededor y era la típica escena de cualquier otro restaurante que podías encontrar en las calles de clase media-baja. Aquello era algo a lo que yo no estaba acostumbrada pero no creía tardar mucho en cogerle el truco.
Nos acercamos sin mediar aun ni una sola palabra hacia una especie de barra de bar compuesta de metal y sobre ella había varios tipos de alimentos donde la gente elegía lo que quería comer y se lo colocaba en una bandeja. ¿Tenía que coger una porción de cada cosa que había allí? Era demasiado para mi. Observé a los que iban por delante mía y me di cuenta de que cada uno tomaba algo diferente y que al llegar al final del todo le pagaban a alguien que estaba tras una máquina que marcaba el precio de todo lo seleccionado.
Me había engañado a mi misma, me iba a costar más de lo que creía en acostumbrarme.
Me quedé parada en la primera barra (era el nombre que le había proporcionado pues no tenia ni idea de como se llamaban) y miré los alimentos que allí había. Hasta la mitad estaba una selección de ensaladas que debía que servirme con unas pinzas como las que los mayordomos usaban en casa para servírmela, y la otra mitad estaba repleta de panes variados, algunos que ni siquiera había visto en mi vida.
Cuando miré la bandeja del aquel chico que me había llevado hasta allí, y del que aun desconocía su nombre, me percaté de que tenia un plato grande y otro pequeño de plástico duro acompañados de los tres cubiertos principales envueltos en una servilleta de papel. Normalmente mi primera reacción habría sido de la cutrez y la sencillez de la vajilla que utilizaban para comer pero no podía permitirme juzgarlos y menos ahora. ¿Dónde estaban mis platos y mis cubiertos? Comprobé que al principio de la cola justo donde había cogido la bandeja también estaban los platos y los cubiertos que había olvidado coger y ahora era demasiado tarde volver atrás pues se había formado una larga cola detrás de mí.
No sabia que hacer, si continuar hacia delante, intentando encontrar algo sencillo que careciera prácticamente de plato, o pedirle a alguna de las persona que había tras de mi que me acercara alguno. La segunda opción habría sido la elegida si no hubiera sido por las miradas de desespero e impaciencia que me estaban lanzando todos los que formaban la cola tras de mi.
Empecé a ponerme nerviosa y mi respiración se aceleró cuando el tumulto comenzó a darme más prisa con sus quejas incesantes. Me sentía atrapada y sin salida y mi cuerpo se había bloqueado cuando en ese momento alguien que se encontraba en el lado que la cola avanzaba me quitó la bandeja de las manos y me di la vuelta viendo que era el chico que me había llevado hasta allí.

- Por qué no vas buscando una mesa mientras yo cojo algo de comer para los dos ¿de acuerdo? Intentaré buscarte algo sano y que sea de hoy.

Aquella última broma me arrancó una sonrisa y me relajó todo mi cuerpo consiguiendo que se moviera de nuevo.
Me fui a buscar una mesa libre y me senté en una que no se encontraba muy lejos de la salida del comedor. No estuve ni cinco minutos esperándole cuando llegó con una bandeja en cada mano repletas de comida y aquello hizo acordarme de mi fantasía en el primer momento que lo vi y sobre todo pensar en aquellos brazos que me sujetaron en mi momento de flaqueza.
“¡Basta ya! Pareces una adolescente en celo”

- Espero haber acertado con todo. Tienes pinta de ser una chica que se cuida, excepto por lo de no haber comido nada en el día de hoy.

Miré a mi bandeja y comprobé que todo lo que había era de mi gusto. Una ensalada mixta de primer plato y pechuga de pollo a la plancha acompañado de unas mini patatas al horno de segundo, una botellita de agua mineral y de postre una manzana roja y reluciente. Lo que más me sorprendió ver es que él se había escogido lo mismo y eso me llevó a dos hipótesis: la primera era que sabía cuidarse y por eso tenía aquel cuerpo; y la segunda que no le apetecía mucho pensar que encogerse y optó por lo que me había elegido a mí. De cualquiera de las dos maneras había escogido muy bien.

- Perfecto. Todo muy sano y de mi agrado, muchas gracias... eh... Perdona pero no querría volver a decir “como te llames”, la primera vez como broma está bien pero una segunda es un poco descortés.

Se me quedó mirando mientras bebía un poco de agua como si lo que hubiera dicho estuviera fuera de lugar. Tal vez mi forma de hablar había sido demasiado educada pero no estaba acostumbrada a hablar con desconocidos que se había comportado conmigo amablemente sin serlo yo también. Tal vez debía cambiar mi manera de hablar para que sonara un poco más... callejera, supongo.

- Emmm... perdona, es que mi familia me a educado de una...

- Javier.

- Como... ¿qué? -aquello me había tomado por sorpresa.

- Mi nombre, es Javier. Siento no haberme presentado antes, tienes razón es un tanto descortés, pero por mi parte no por la tuya -ya había comenzado a comer mientras que mi plato seguía intacto y cada vez mas frío-. ¿Y tu nombre cual es? Te lo habría preguntado antes pero he preferido esperar un poco a que se te pasara la conmoción tras el desmayo.

- P... pu...pu... pues... em... yo -emití un soplido fuerte para despejarme y que las palabras salieran de mi boca-. Me llamo Violeta. Si, eso... Violeta.

Javier me miraba con el ceño fruncido y estaba claro que había sido por mi reacción. No le duró mucho aquel gesto y enseguida lo cambio por una sonrisa que marcó un surco en su mejilla antes de continuar comiendo como si nada hubiera ocurrido. Me mordí el labio inferior tras aquel momento de tensión y me quedé mirándolo un segundo mientras comía hasta que volví en mí y comencé a vaciar el plato de mi comida.
Fue una comida con mucha tensión. No nos dirigimos ni una sola palabra durante la comida aunque aquello era bueno pues yo no era de muchas palabras mientras comía. No fue hasta que los dos estábamos troceando las manzanas que mi cerebro intento ponerse en marcha e iniciar una conversación, pero lo cierto es que lo que quería era una explicación de aquella interrupción a mi conversación con Vero.

- Esto... Javier, verás... quería preguntarte...

- Quieres saber por qué no te he dejado hablar antes con Vero ¿verdad? -me quedé anonadada sin saber muy bien que decir, tan solo pude asentir con la cabeza-. Lo cierto es que no deberías hablar con ella ni con nadie sobre tu vida privada, si lo haces le darán tantas vueltas que al final lo que se rumoreará por ahí es que estas casada y con un hijo secreto del que ya no quieres saber nada más. Aquí se les da muy bien inventar y cambiar las vidas ajenas.

- ¿Lo que me estás diciendo es que no me haga ningún amigo aquí?

- Nooo... lo que te estoy diciendo es que no te puedes fiar de nadie. Amigos los que quieras, pero tu vida privada es solo tuya, no la compartas con nadie.

Me quedé un momento mirándolo intentando analizar aquello que me había dicho mientras se comía la manzana al mismo tiempo que yo. Mi intención era hacerme amigos, pero nunca tenía intención de contarles la verdad sobre mi vida, pero podría ocurrir que si les contaba una vida inventada tal vez no se la creyeran y descubrieran mi verdadera vida y eso seria mucho peor que si se inventaban una. Para mí el que descubrieran mi mentira seria mucho peor que si dicen que tengo un hijo del que no me hago cargo. Bueno, más o menos, pero el que descubrieran mi mentira seria el fin de mi nuevo comienzo aquí, así que tal vez debiera hacerle caso.

- Pues si no me debo de fiar de nadie tampoco debería de fiarme de ti, ¿no es cierto? -casi se atragantó con el último trozo de manzana que se llevó a la boca y me miró incrédulo a lo que le acababa de decir-. Ese ha sido tu consejo, no debo fiarme de nadie aquí y tú eres de aquí, así que lo tengo claro. No debo de fiarme más de ti.

Lo miré con una sonrisa burlona y esperando a su reacción después de aquel imprevisto atragantamiento terminándome la manzana para después levantarme de la mesa. Escuché como él también se levantaba arrastrando su silla y se llevó las bandejas hasta otra especie de barra que tenia una cinta negra y se llevaba las bandejas a otra sala. Tenía que recordar todo lo que Javier hacia para poder hacerlo por mi cuenta sin sufrir la indecisión de antes.
Me siguió hasta la salida del comedor y continuó caminando a mi lado hasta que llegué a la recepción donde Vero me devolvió mi maleta y me dio la llave de una de las habitaciones y pidiéndome que más tarde bajara para aclarar el tema del alquiler. En todo aquel momento Javier no dijo ni una sola palabra e incluso tomó mi maleta y me ayudó a llevarla hasta la habitación que me habían dado.
Una vez estábamos frente a la puerta y la abrí Javier metió la maleta dentro de la habitación y la dejó junto a la puerta pero en lugar de salir de la habitación se quedo parado en la puerta apoyado sobre el marco y dejándome a mi fuera. Lo miré extrañada y de nuevo sorprendida al ver que su cuerpo ocupaba casi todo el acceso a la habitación. Se cruzó de brazos y se inclinó un poco hacia delante hasta estar más o menos a mi altura pero sin estar muy cerca de mí.

- Tienes razón, no deberías fiarte de mí pero te puedo ayudar más que cualquier otra persona que viva aquí. Además, me debes un favor.

- ¿Qué? Yo qué favor te debo a ti.

- Te he ayudado cuando te has desmayado. O ya no te acuerdas a quien tenias delante nada más despertarte.

Tenia razón no debía confiar en él, sobretodo ahora que me había mentido de aquella manera.
En aquel momento yo estaba semi inconsciente pero me dí cuenta perfectamente de que había sido otro chico, el de la voz grave y penetrante quien había estado ahí primero intentando despertarme y después se fue para aparecer Javier frente a mí. Me acordaba perfectamente de aquello, era imposible olvidarme y él quería cambiar la versión.
Miré al suelo intentando relajarme para decirle lo que se me estaba pasando por la cabeza sin excederme demasiado. Cuando volví a alzar la cabeza lo miré a los ojos y me relajé por completo al ver aquellos ojos que me hipnotizaban de los irreales que parecían ser; pero no, debía de concentrarme.

- Me acuerdo perfectamente de quién estaba frente a mí cuando desperté y sé que tú no eras. Lo primero que recuerdo es una voz que me decía algo y no es la tuya, además que luego aquella persona se marchó y apareciste tú, así que no me vengas con esas de que fuiste tu el único que estuviste ahí ayudándome por que no me lo creo -se quedó con la boca medio abierta al ver mi reacción tan provocativa y decidida-. Y ahora, si no te importa, me gustaría entrar en mi habitación y poder descansar.

Aparté su gran cuerpo de la puerta sin pensar, por una vez, en la perfección que lo formaba y me coloqué en el lugar donde el había estado con una mano sobre el pomo de la puerta preparada para cerrársela en las narices.

- Encantada de haberte conocido, Javier. Ya nos veremos y, espero, que en otras circunstancias.

- Un momento, un momento Violeta -frenó la puerta apoyando su mano en la puerta-. Crees que no era yo por la voz, ¿no? -asentí-. ¿Y no sentiste que los sonidos que escuchabas justo cuando despertabas eran muy diferentes a los que comenzaste a escuchar después de recobrar completamente el sentido?

Tenía razón. Los murmullos de la gente sonaban mucho mas graves y distorsionados cuando vi a aquella persona borrosa con aquella voz que me cautivaba y que después se marchó; al tener la vista borrosa la silueta que tenía delante era difícil de distinguir y el movimiento fue igual de brusco como lo fue la voz. Tal vez decía la verdad o tal vez no, ya no sabía que pensar ni que decisión tomar. Necesitaba un buen descanso para despejar la mente y aclarar mis ideas.
Debía de estar reflejando la misma confusión que se desarrollaba en mi mente por todo mi cuerpo, pues la mirada de Javier así parecía confirmarlo.

- ¿Verdad? No eran los mismos y lo sabes, se te nota en la cara aunque intentas disimularlo. No importa, no me molesta pero al menos admítelo.

- Esta bien, no eran los mismos, pero la primera persona que estaba delante mía se apartó y después apareciste tú y eso es una muestra de que hubo alguien antes que ti ayudándome -pero había algo más que me intrigaba-. ¿Y como es que sabes que el tono de las voces era diferente?

- Era yo. Me aparté un momento para pedirle a la gente que se apartara un poco y después volví -miró al suelo y resopló como si todo aquello le doliera, como si no soportara el que yo no aceptara lo que él me estaba contando-. Mira, no se para que intento convencerte, tú estás convencida de que fue otro y ¿quien soy yo para quitarte esa ilusión?

Se giró y encaminó por el pasillo de la derecha.

- No, Javier, un momento. Verás es que estoy tan convencida de que era otra persona que no he sabido encajar tu versión y en aquel momento la confusión se me apoderó. Lo siento -lo intercepté a mitad del ancho pasillo y lo miré con una sonrisa modesta de disculpa y él me dirigió otra-. Si dices que fuiste tú te creo y aunque no hubieras sido también me ayudaste de todas maneras, pero no por eso te debo ningún favor, que no quiero imaginar como querrías que te devolviera el favor.

Me miró impactado y ofendido como si lo que hubiera dicho hubiera sido un insulto hacia su persona. Me encogí de hombros al no saber que decir a su reacción.

- Tan solo te iba a pedir que confiaras en mí, que ya que no puedes confiar en nadie me devolvieras en favor confiando en mi. ¿Qué crees que habría sido capaz de pedirte? -Volví a encogerme de hombros y riéndome al imaginar lo que él podría haberse imaginado lo que a mí se me había pasado por la cabeza-. Entonces... ¿confiarás en mí?

- Pues ya que te debo el favor y viendo que es la mejor manera que puedo devolvértelo sin nada extraño por delante... mmm..... por que no. Además necesito a alguien de confianza aquí si quiero sobrevivir más de dos días...

- Y conmigo ya has sobrevivido uno. Si no llega a ser por mí se te comen viva en la cola del comedor.

Me tapé la cara con las manos al recordar aquel momento tan humillante y agobiante que había pasado y al mismo tiempo me reí al imaginar la escena desde otro punto de vista.

- No te preguntaré por que no sabias que debías hacer, ya que no todos hemos estado en algún restaurante de comida rápida o una gasolinera con restaurante, pero tú era como si fuera la primera vez que veías en un lugar así.

- No, claro que he estado en sitios así mucho antes -“Mentirosa, mas que mentirosa”-. Pero es que aún estaba un poco aturdida por el desmayo y... -lo miré con rabia fingida y me dirigí hacia mi habitación hasta pararme en la puerta- ¿Por qué tengo que darte explicaciones?

Giró medio cuerpo mirándome con una sonrisa que me daba a entender que había captado mi fingida rabieta y yo sonreí correspondiendo de la misma manera.

- Aún estoy comenzando con el proceso de confiar en ti, y es un proceso largo, así que mientras tanto aun van a ver cosas que no pueda decirte o que me cueste admitir. Vete acostumbrando.

Esperé una respuesta por su parte, pero lo único que obtuve fue una reverencia al más puro estilo de la edad media que me fue suficiente como respuesta y además me hizo reír al ver todo aquel enorme cuerpo haciendo tal reverencia.
Acababa de conocer a Javier y, aunque le había dicho que confiaría en él, me iba a costar confiarle ciertas cosas. Comenzaba a caerme bien, y no quería mentirle, pero nadie era lo suficientemente de confianza para contarle de verdad de quién era yo y mucho menos sin apenas conocerle. Por ahora intentaría no comentar nada sobre mi vida y centrarme en salir adelante y más tarde, cuando me viera realmente preparada para dar un paso adelante, intentar decir algunas, pero muy pocas, verdades.
Javier volvió a ponerse erguido y me guiñó un ojo antes de volver a encaminarse por el ancho pasillo y desaparecer escaleras abajo. Antes de que se marchara le sonreí y entré en la habitación y sin pararme a analizar la calidad de todo el mobiliario. Visualicé la cama y me tiré sobre esta haciéndome un ovillo para quedarme, en pocos minutos, profundamente dormida.

1 finales:

Lenika dijo...

hoola, q xuloo!! contiiinua jjeje

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